Principales novedades de la última edición de la Ortografía de la lengua
viernes, 26 de diciembre de 2014
Principales novedades de la última edición de la Ortografía de la lengua española (2010)
Principales novedades de la última edición de la Ortografía de la lengua
española (2010)
1. Exclusión de los dígrafos ch y ll del
abecedario
Se excluyen definitivamente del abecedario los
signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es,
conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema. El
abecedario del español queda así reducido a las veintisiete letras siguientes:
a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y,
z.
El español se asimila con ello al resto de las
lenguas de escritura alfabética, en las que solo se consideran letras del
abecedario los signos simples, aunque en todas ellas existen combinaciones de
grafemas para representar algunos de sus fonemas.
La eliminación de los dígrafos ch y ll del
inventario de letras del abecedario no supone, en modo alguno, que desaparezcan
del sistema gráfico del español. Estos signos dobles seguirán utilizándose como
hasta ahora en la escritura de las palabras españolas: el dígrafo ch en
representación del fonema /ch/ (chico [chíko]) y el dígrafo ll en
representación del fonema /ll/ o, para hablantes yeístas, del fonema /y/ (calle
[kálle, káye]). La novedad consiste, simplemente, en que dejan de contarse
entre las letras del abecedario.
Al tratarse de combinaciones de dos letras,
las palabras que comienzan por estos dígrafos o que los contienen no se
alfabetizan aparte, sino en los lugares que les corresponden dentro de la c y
de la l, respectivamente. La decisión de adoptar el orden alfabético latino
universal se tomó en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua
Española, celebrado en 1994, y viene aplicándose desde entonces en todas las
obras académicas.
2. Propuesta de un solo nombre para cada una
de las letras del abecedario
Algunas de las letras tienen varios nombres
con tradición y vigencia en diferentes zonas del ámbito hispánico. La nueva
edición de la ortografía, sin ánimo de interferir en la libertad de cada
hablante o país de seguir utilizando el nombre al que esté habituado, pretende
promover hacia el futuro un proceso de convergencia en la manera de referirse a
las letras del abecedario, razón por la que recomienda, para cada una de ellas,
una denominación única común. El nombre común recomendado es el que aparece en
la relación siguiente debajo de cada letra.
a,
A b, B c,
C d, D e,
E f, F g,
G h, H i,
I
a
be ce
de e
efe ge hache i
j,
J k, K l,
L m, M n, N ñ, Ñ o, O p,
P q, Q
jota
ka ele
eme ene
eñe o
pe cu
r,
R s, S t,
T u, U v,
V w, W x, X y,
Y z, Z
erre
ese te
u uve
uve doble equis ye zeta
La recomendación de utilizar un solo nombre
para cada letra no implica, en modo alguno, que se consideren incorrectas las
variantes denominativas con vigencia en el uso que presentan algunas de ellas,
y que a continuación se comentan: o La letra v tiene dos nombres: uve y ve. El
nombre uve es el único empleado en España, pero también es conocido y usado en
buena parte de América, donde, no obstante, está más extendido el nombre ve.
Los hispanohablantes que utilizan el nombre ve suelen acompañarlo de los
adjetivos corta, chica, chiquita, pequeña o baja, para poder distinguir en la
lengua oral el nombre de esta letra del de la letra b (be), que se pronuncia
exactamente igual. El hecho de que el nombre uve se distinga sin necesidad de
añadidos del nombre de la letra b justifica su elección como la denominación recomendada
para la v en todo el ámbito hispánico.
o La
letra b se denomina simplemente be entre aquellos hispanohablantes que utilizan
el nombre uve para la letra v. En cambio, quienes llaman ve (corta, chica,
chiquita, pequeña o baja) a la v utilizan habitualmente para la b las denominaciones
complejas be larga, be grande o be alta, añadiendo en cada caso el adjetivo
opuesto al que emplean para referirse a la v.
o La
letra w presenta también varios nombres: uve doble, ve doble, doble uve, doble
ve y doble u (este último, calco del inglés double u). Se da preferencia a la
denominación uve doble por ser uve el nombre común recomendado para la letra v
y ser más natural en español la colocación pospuesta de los adjetivos.
o La
letra y se denomina i griega o ye. El nombre i griega, heredado del latino, es
la denominación tradicional y más extendida de esta letra, y refleja su origen
y su empleo inicial en préstamos del griego. El nombre ye se creó en la segunda
mitad del siglo XIX por aplicación del patrón denominativo que siguen la
mayoría de las consonantes, que consiste en añadir la vocal e a la letra
correspondiente (be, ce, de, etc.). La elección de ye como nombre recomendado
para esta letra se justifica por su simplicidad, ya que se diferencia, sin
necesidad de especificadores, del nombre de la letra i.
o La
letra i, cuyo nombre es i, recibe también la denominación de i latina para distinguirla
de la letra y cuando para esta última se emplea la denominación tradicional de
i griega.
A diferencia de las variantes denominativas
que se acaban de exponer, todas ellas válidas, no se consideran hoy aceptables
los nombres alternativos que han recibido algunas otras letras en el pasado;
así, se aconseja desechar definitivamente el nombre ere para la r, así como las
formas ceta, ceda y zeda para la z. Los únicos nombres válidos hoy para estas
letras son, respectivamente, erre y zeta.
3. Sustitución, por grafías propias del
español, de la q etimológica con valor fónico independiente en aquellos
extranjerismos y latinismos plenamente adaptados al español (quorum >
cuórum)
En el sistema ortográfico del español, la
letra q solo tiene uso como elemento integrante del dígrafo qu para representar
el fonema /k/ ante las vocales e, i (queso [késo], quién [kién]). Este mismo
fonema se representa, en el resto de las posiciones, con la letra c (canguro
[kangúro], corto [kórto], cuenta [kuénta], acné [akné], tictac [tikták]),
aunque en préstamos de otras lenguas también puede aparecer representado por la
letra k en cualquier posición (karaoke [karaóke], kilo [kílo], koala [koála],
kurdo [kúrdo], búnker [búnker], anorak [anorák]).
Es, por lo tanto, ajeno a la ortografía del
español el empleo de la letra q como grafema independiente, con valor fónico
autónomo. Por ello, los préstamos de otras lenguas, sean latinismos o
extranjerismos, cuya grafía etimológica incluya una q que por sí sola
represente el fonema /k/, si se adaptan al español, deben sustituir esa q por
las grafías propias de la ortografía española para representar dicho fonema. En
aplicación de esta norma, voces inglesas como quark o quasar, o latinas como
quorum o exequatur, deben escribirse en español cuark, cuásar, cuórum y
execuátur. En caso de mantener las grafías etimológicas con q, estas voces han
de considerarse extranjerismos o latinismos crudos (no adaptados) y escribirse,
por ello, en cursiva y sin tilde.
Aunque en el ámbito de los nombres propios
(antropónimos y topónimos) es frecuente el uso de grafías originarias no
adaptadas o —si los nombres provienen de lenguas que emplean otro alfabeto u
otro sistema de escritura, como el árabe, el hebreo o el chino— de transliteraciones
de las grafías originarias al alfabeto latino, sin adaptaciones ulteriores, en
el caso de los topónimos mayores, como son los nombres de países, es
conveniente usar grafías plenamente adaptadas a la ortografía del español. Por
ello, aplicando la misma norma que para los nombres comunes, se recomienda
emplear con preferencia las grafías Catar e Irak para los nombres de esos dos
países árabes, mejor que Qatar e Iraq, transcripciones de los originales árabes
que presentan un uso de la q ajeno al sistema ortográfico del español.
4. Eliminación de la tilde en palabras con
diptongos o triptongos ortográficos: guion, truhan, fie, liais, etc.
Para poder aplicar con propiedad las reglas de
acentuación gráfica del español es necesario determinar previamente la división
de las palabras en sílabas. Y para dividir silábicamente las palabras que
contienen secuencias de vocales es preciso saber si dichas vocales se articulan
dentro de la misma sílaba, como diptongos o triptongos (vais, o.pioi.de), o en
sílabas distintas, como hiatos (lí.ne.a, ta.o.ís.ta).
Al no existir uniformidad entre los
hispanohablantes en la manera de articular muchas secuencias vocálicas, ya que
a menudo, incluso tratándose de las mismas palabras, unos hablantes pronuncian
las vocales contiguas dentro de la misma sílaba y otros en sílabas distintas,
la ortografía académica estableció ya en 1999 una serie de convenciones para
fijar qué combinaciones vocálicas deben considerarse siempre diptongos o
triptongos y cuáles siempre hiatos a la hora de aplicar las reglas de
acentuación gráfica, con el fin de garantizar la unidad en la representación
escrita de las voces que contienen este tipo de secuencias.
De acuerdo con dichas convenciones, y con
independencia de cuál sea su articulación real en palabras concretas, se
consideran siempre diptongos a efectos ortográficos las combinaciones
siguientes:
a) Vocal
abierta (/a/, /e/, /o/) seguida o precedida de vocal cerrada átona (/i/, /u/):
estabais, confiar, diario, afeitar, viento, pie, doy, guion, aunar, acuario, actuado,
reunir, sueño, estadounidense, antiguo.
b) Dos
vocales cerradas distintas (/i/, /u/): triunfo, incluido, diurno, huir, viuda, ruido.
Del mismo modo, se consideran siempre
triptongos a efectos ortográficos las secuencias constituidas por una vocal
abierta entre dos vocales cerradas átonas: confiáis, actuáis, puntuéis, guau.
Como consecuencia de la aplicación de estas
convenciones, un grupo limitado de palabras que tradicionalmente se habían
escrito con tilde por resultar bisílabas (además de ser agudas terminadas en
-n, -s o vocal) en la pronunciación de buena parte de los hispanohablantes —los
que articulan con hiato las combinaciones vocálicas que contienen— pasan a
considerarse monosílabas a efectos de acentuación gráfica, conforme a su
pronunciación real por otra gran parte de los hispanohablantes —los que
articulan esas mismas combinaciones como diptongos o triptongos—, y a
escribirse, por ello, sin tilde, ya que los monosílabos no se acentúan
gráficamente, salvo los que llevan tilde diacrítica. Las palabras afectadas por
este cambio son formas verbales como crie, crio (pron. [krié], [krió]), criais,
crieis y las de voseo crias, cria (pron. [kriás], [kriá]), de criar; fie, fio
(pron. [fié], [fió]), fiais, fieis y las de voseo fias, fia (pron. [fiás],
[fiá]), de fiar; flui, fluis (de fluir); frio (pron. [frió]), friais, de freír;
frui, fruis (de fruir); guie, guio (pron. [gié], [gió]), guiais, guieis y las
de voseo guias, guia (pron. [giás], [giá]), de guiar; hui, huis (de huir); lie,
lio (pron. [lié], [lió]), liais, lieis y las de voseo lias, lia (pron. [liás],
[liá]), de liar; pie, pio (pron. [pié], [pió]), piais, pieis y las de voseo
pias, pia (pron. [piás], [piá]), de piar; rio (pron. [rió]), riais, de reír;
sustantivos como guion, ion, muon, pion, prion, ruan y truhan; y ciertos
nombres propios, como
Ruan y
Sion.
Aunque la ortografía de 1999, donde se
establecieron las citadas convenciones, prescribía ya la escritura sin tilde de
estas palabras, admitía que los hablantes que las pronunciasen como bisílabas
pudiesen seguir acentuándolas gráficamente. En cambio, a partir de la edición
de 2010 se suprime dicha opción, que quiebra el principio de unidad
ortográfica, de modo que las palabras que pasan a considerarse monosílabas por
contener este tipo de diptongos o triptongos ortográficos deben escribirse
ahora obligatoriamente sin tilde.
Esta convención es solo ortográfica, por lo
que no implica, en modo alguno, que los hablantes deban cambiar la manera en
que pronuncian naturalmente estas voces, sea con hiato o con diptongo.
5. Eliminación de la tilde diacrítica en el
adverbio solo y los pronombres demostrativos incluso en casos de posible
ambigüedad
La palabra solo, tanto cuando es adverbio y
equivale a solamente (Solo llevaba un par de monedas en el bolsillo) como
cuando es adjetivo (No me gusta estar solo), así como los demostrativos este,
ese y aquel, con sus femeninos y plurales, funcionen como pronombres (Este es
tonto; Quiero aquella) o como determinantes (aquellos tipos, la chica esa), no
deben llevar tilde según las reglas generales de acentuación, bien por tratarse
de palabras llanas terminadas en vocal o en -s, bien, en el caso de aquel, por
ser aguda y acabar en consonante distinta de n o s.
Aun así, las reglas ortográficas anteriores
prescribían el uso de tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres
demostrativos para distinguirlos, respectivamente, del adjetivo solo y de los
determinantes demostrativos, cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas
interpretaciones y podían producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos
siguientes: Trabaja sólo los domingos [= ‘trabaja solamente los domingos’],
para evitar su confusión con Trabaja solo los domingos [= ‘trabaja sin compañía
los domingos’]; o ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el
sujeto de la oración), frente a ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el
sujeto de esta oración no está expreso y aquellos acompaña al sustantivo
libros).
Sin embargo, ese empleo tradicional de la
tilde en el adverbio solo y los pronombres demostrativos no cumple el requisito
fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer
palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente
idénticas, ya que tanto solo como los demostrativos son siempre palabras
tónicas en cualquiera de sus funciones. Por eso, a partir de ahora se podrá
prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La
recomendación general es, pues, no tildar nunca estas palabras.
Las posibles ambigüedades pueden resolverse
casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico),
en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones
interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el
contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre
pueden evitarse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o
únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la
inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden
de palabras que fuerce una única interpretación.
6. Supresión de la tilde diacrítica en la
conjunción disyuntiva o escrita entre cifras
Hasta ahora se venía recomendando escribir con
tilde la conjunción disyuntiva o cuando aparecía entre dos cifras, a fin de
evitar que pudiera confundirse con el cero. Este uso de la tilde diacrítica no
está justificado desde el punto de vista prosódico, puesto que la conjunción o
es átona (se pronuncia sin acento) y tampoco se justifica desde el punto de
vista gráfico, ya que tanto en la escritura mecánica como en la manual los
espacios en blanco a ambos lados de la conjunción y su diferente forma y menor
altura que el cero evitan suficientemente que ambos signos puedan confundirse
(1 o 2, frente a 102). Por lo tanto, a partir de este momento, la conjunción o
se escribirá siempre sin tilde, como corresponde a su condición de palabra
monosílaba átona, con independencia de que aparezca entre palabras, cifras o
signos: ¿Quieres té o café?; Terminaré dentro de 3 o 4 días; Escriba los signos
+ o – en la casilla correspondiente.
7. Normas sobre la escritura de los prefijos
(incluido ex-, que ahora recibe el mismo tratamiento ortográfico que los demás
prefijos: exmarido, ex primer ministro)
Por primera vez se ofrecen en la ortografía
académica normas explícitas sobre la escritura de las voces o expresiones
prefijadas. Los prefijos son elementos afijos, carentes de autonomía, que se
anteponen a una base léxica (una palabra o, a veces, una expresión pluriverbal)
a la que aportan diversos valores semánticos. Se resumen a continuación las
normas que deben seguirse para la correcta escritura de los prefijos en
español:
a) Se
escriben siempre soldados a la base a la que afectan cuando esta es univerbal,
es decir, cuando está constituida por una sola palabra: antiadherente,
antirrobo, antitabaco, cuasiautomático, cuasidelito, exalcohólico, exjefe,
exministro, exnovio, expresidente, posmoderno, posventa, precontrato, prepago,
proamnistía, probritánico, provida, superaburrido, superbién, supermodelo,
vicealcalde, vicesecretario, etc. En este caso, no se consideran correctas las
grafías en las que el prefijo aparece unido con guion a la palabra base (
anti-mafia, anti-cancerígeno) o separado de ella por un espacio en blanco (
anti mafia, anti cancerígeno). Si se forma una palabra anteponiendo a la base
varios prefijos, estos deben escribirse igualmente soldados, sin guion
intermedio: antiposmodernista, requetesuperguapo.
b) Se
unen con guion a la palabra base cuando esta comienza por mayúscula, de ahí que
se emplee este signo de enlace cuando el prefijo se antepone a una sigla o a un
nombre propio univerbal: anti-ALCA, mini-USB, pos-Gorbachov, pro-Obama. El guion
sirve en estos casos para evitar la anomalía que supone, en nuestro sistema
ortográfico, que aparezca una minúscula seguida de una mayúscula en posición
interior de palabra.
También
es necesario emplear el guion cuando la base es un número, con el fin de
separar la secuencia de letras de la de cifras: sub-21, super-8.
c) Se
escriben necesariamente separados de la base a la que afectan cuando esta es
pluriverbal, es decir, cuando está constituida por varias palabras.
Hay
determinados prefijos, como ex-, anti- o pro-, que son especialmente proclives,
por su significado, a unirse a bases de este tipo, ya se trate de locuciones o
de grupos sintácticos, característica por la cual la gramática ha acuñado para
ellos la denominación de prefijos separables: ex relaciones públicas, anti pena
de muerte, pro derechos humanos. Esta misma circunstancia puede darse también
con otros prefijos: pre Segunda Guerra
Mundial,
super en forma, vice primer ministro.
Así pues, un mismo prefijo se escribirá
soldado a la base, unido a ella con guion o completamente separado en función
de los factores arriba indicados: antimafia, anti-OTAN, anti ácido láctico;
provida, pro-OLP, pro derechos humanos; supercansado, super-8, super en forma,
etc.
Las normas aquí expuestas rigen para todos los
prefijos, incluido ex-. Para este prefijo se venía prescribiendo hasta ahora la
escritura separada —con independencia de la naturaleza simple o compleja de su
base— cuando, con el sentido de ‘que fue y ya no es’, se antepone a sustantivos
que denotan ocupaciones, cargos, relaciones o parentescos alterables y otro
tipo de situaciones circunstanciales de las personas. A partir de esta edición
de la ortografía, ex- debe someterse a las normas generales que rigen para la
escritura de todos los prefijos y, por tanto, se escribirá unido a la base si
esta es univerbal (exjugador, exnovio, expresidente, etc.), aunque la palabra
prefijada pueda llevar un complemento o adjetivo especificativo detrás:
exjugador del Real Madrid, exnovio de mi hermana, expresidente brasileño, etc.;
y se escribirá separado de la base si esta es pluriverbal: ex cabeza rapada, ex
número uno, ex teniente de alcalde, ex primera dama, etc.
8. Equiparación en el tratamiento ortográfico
de extranjerismos y latinismos, incluidas las locuciones
En la nueva ortografía se da cuenta de las
normas que deben seguirse cuando se emplean en textos españoles palabras o
expresiones pertenecientes a otras lenguas, siendo la principal novedad en este
sentido la equiparación en el tratamiento ortográfico de todos los préstamos
(voces o expresiones de otras lenguas que se incorporan al caudal léxico del
español), con independencia de que procedan de lenguas vivas extranjeras
(extranjerismos) o se trate de voces o expresiones latinas (latinismos).
De acuerdo con estas normas, los
extranjerismos y latinismos crudos o no adaptados —aquellos que se utilizan con
su grafía y pronunciación originarias y presentan rasgos gráfico-fonológicos
ajenos a la ortografía del español— deben escribirse en los textos españoles
con algún tipo de marca gráfica que indique su carácter foráneo,
preferentemente en letra cursiva, o bien entre comillas. En cambio, los
extranjerismos y latinismos adaptados —aquellos que no presentan problemas de
adecuación a la ortografía española o que han modificado su grafía o su
pronunciación originarias para adecuarse a las convenciones gráfico-fonológicas
de nuestra lengua— se escriben sin ningún tipo de resalte y se someten a las
reglas de acentuación gráfica del español:
Me
encanta el ballet clásico / Me encanta el balé clásico.
Juego al
paddle todos los domingos / Juego al pádel todos los domingos
La
reunión se suspendió por falta de quorum / La reunión se suspendió por falta de
cuórum.
Así pues, según la nueva ortografía, y tal
como ilustra el último ejemplo, los préstamos del latín solo se escribirán en letra
redonda y con sometimiento a las reglas de acentuación gráfica del español
cuando estén completamente adaptados a nuestro sistema ortográfico, al igual
que se hace con los préstamos de otros idiomas.
Por su parte, las locuciones o dichos en otras
lenguas que se utilicen en textos españoles deben escribirse igualmente en
cursiva —o, en su defecto, entre comillas— para señalar su carácter foráneo, su
consideración de incrustaciones de otros idiomas en nuestra lengua:
La
historia tuvo un happy end de película.
Su bien
ganada fama de femme fatale le abría todas las puertas.
La
tensión fue in crescendo hasta que, finalmente, estalló el conflicto.
Según se establece en la nueva edición de la
ortografía, las locuciones latinas (expresiones pluriverbales fijas en latín
que se utilizan en todas las lenguas de cultura occidentales, incluido el
español, con un sentido más o menos cercano al significado literal latino)
deben recibir el mismo tratamiento ortográfico que las provenientes de
cualquier otra lengua. Por lo tanto, deben escribirse, de acuerdo con su
carácter de expresiones foráneas, en cursiva (o entre comillas) y sin acentos gráficos,
ya que estos no existen en la escritura latina:
Así fue,
grosso modo, como acabó aquel asunto.
Se casó
in articulo mortis con su novia de toda la vida.
Renunció
motu proprio a todos sus privilegios.
Decidieron
aplazar sine die las negociaciones.
El examen
post mortem reveló indicios de envenenamiento.
Las
grandes potencias eran partidarias de mantener el statu quo